La sociedad rural colombiana de principios de siglo pasado sirve de telón de fondo de la vida de de un joven colono campesino. Antonio enfrenta un doble drama, pero lejos de darse por vencido, siempre da muestras de una gran vitalidad frente a la adversidad. Esta película muestra el duro camino que emprende Antonio hacia su recuperación.

 Sin la Tierra Prometida tiene una estructura narrativa que oscila entre los momentos buenos y los momentos malos que vive Antonio. Como una gran rueda, la vida a veces eleva a Antonio, y otras lo aplasta. La estructura está pensada para que el público pueda identificarse con el proceso de sanación que debe afrontar el personaje principal, por eso la narración contrapone situaciones de mucho contraste que se suceden una tras otra.

 Aunque en la serie la guerra y la violencia son importantes, porque en la estructura delimitan y condicionan la vida de Antonio, están intencionalmente fuera de esta historia porque lo que interesa es el drama humano consecuencia de estos hechos, que es universal, comprensible para cualquier cultura.

 Esta estructura narrativa busca mostrar el carácter cíclico de la vida donde los momentos felices y tristes no dejan de sucederse. Esta sucesión de momentos de construcción y destrucción esta inspirada en la filosofía china del yin y el yang, en la cual la dualidad es mirada como una complementariedad. Cada demi-círculo blanco tiene un punto negro que nos lleva hacia el negro completo, y cuando la esperanza nos abandona, un punto blanco, nos conduce hacia el blanco completo. Antonio está atrapado por la repetición del sufrimiento y está condenado a errar hasta el momento en que decida cambiar profundamente su perspectiva. A cada duelo, a cada pérdida, Antonio avanza. Interiormente, atraviesa estas etapas como si estuviera girando en círculo pero en realidad sube una “escalera de caracol”. Pasa siempre por el mismo punto pero cada etapa en un nivel superior.